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Fast fashion vs. slow fashion.



Adquirir prendas sostenibles y recicladas es estupendo para el medio ambiente, pero no es suficiente. La batalla también se lucha en el terreno de la velocidad: fast fashion vs. slow fashion.


Utilizamos de siete a diez veces una prenda antes de deshacernos de ella, de acuerdo a datos de la Ellen MacArthur Foundation. La moda rápida impera, pero comprar por comprar no es sostenible, se trate de una prenda reciclada o no.


"Lo llamamos slow fashion porque hay que diferenciarlo de la fast fashion, pero simplemente es volver a un consumo anterior. Antes, no se entendía que una prenda te durase solo un año o se quedase con la etiqueta en el armario. Hay que recuperar la sensatez", afirma Bianca Fuentes, directora de moda de The Platform, una plataforma que da voz a marcas conscientes y responsables y a diseños y colecciones que tengan una larga vida.


Fuentes entiende que es difícil partir de cero en una industria en la que la sostenibilidad casi acaba de aterrizar, y empatiza con las nuevas marcas y con los proyectos pequeños: "Solamente en la elección de tejidos, ya tienes un universo enorme por explorar: que sea local, responsable, sostenible, reciclado, asegurarlo todo con la trazabilidad… Es complicado que una firma de slow fashion pueda llegar a todo y competir con los gigantes".





Por su parte, al consumidor esto puede parecerle económicamente peliagudo, pero la directora de moda de The Platform insiste: "Es una falacia decir que la moda sostenible es cara: cuando compras con criterio, el presupuesto final de tu año no va a cambiar. Si hablamos de precio final, una firma de lujo también puede ser tan insostenible como una prenda de moda rápida barata".


En cualquier caso, no todo es adquirir. "Comprar moda sostenible debería ser una parte pequeña de consumir moda sostenible. También lo es reparar lo que ya tienes, pensar con criterio si lo necesitas, optar por ropa de segunda mano o alquilar ropa. Podríamos vestirnos durante cientos de años con la ropa que ya hay fabricada", concluye Fuentes.


El abanico de opciones es tan amplio como el de retos, pero cuanto más integrados estén todos los actores de esta cadena de valor (recicladores, diseñadores, fábricas, distribuidores, clientes), más rápidamente se conseguirá que la industria textil sea más sostenible. 



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